miércoles, 20 de noviembre de 2013

Asesinatos con regañás y palodús contra la Andalucía inmovilista

“¿Y si hubiera un serial killer de sevillanas maneras? ¿Y si mandara una nota al ABC después de cada crimen? ¿Qué pasaría si confabulara en Cash Badía, alternara en El Tremendo o se hablara de él en el Garlochi? ¿Y si los sospechosos fueran caras conocidas de la Sevilla más tradicional? ¿Soportaría el presidente de uno de los equipos de fútbol de la ciudad un interrogatorio sobre un asesinato solo con un zumo de naranja? ¿O un artista de la canción ligera? ¿Y una pareja de humoristas? ¿Y todos los demás? ¿Y si ese violento paisano asesinara... con una regañá y solo a modernos?” Esta es la sinopsis con la que se promociona la primera novela de la saga policíaca del periodista sevillano Julio Muñoz Gijón, más conocido como @RancioSevillano por sus muy seguidos tuits en las redes sociales. El asesino de la regañá (Seleer, 2012; Almuzara, 2013) ha revolucionado el mundo de la novela policíaca con un toque de irreverencia por su crítica a los ambientes más tradicionalistas de Sevilla, y ahora regresa con una vuelta de tuerca más con su nuevo libro de la misma saga, El crimen del palodú (Almuzara, 2013).
Las pesquisas policiales de ‘El asesino de la madrugá’ presentan algunos de los lugares y personajes más conocidos de la ciudad: Manuel Ruíz de Lopera, José Manuel Soto, Los Morancos; no podían faltar bares como Blanco Cerrillo, El Tremendo, Garlochi u otros lugares emblemáticos de la ciudad como la Basílica de la Macarena, la Maestranza, el Hospital Virgen del Rocío y un sinfín de rincones y anécdotas muy conocidas en los ambientes sevillanos. Todo ello con el objetivo de desentrañar los misteriosos asesinatos en serie que se cometen en las jornadas previas a la Semana Santa y que amenazan con provocar el desastre en la noche más importante del año capillita: La madrugá. ‘El crimen del palodú’, por su parte, es su continuación y transcurre en esta ocasión en la feria, sus casetas de distritos, su hermandad de la pata de pollo… Pero con un final aún más épico y una nueva arma asesina tan insospechada como popular en la Baja Andalucía como la golosina conocida como palodú (raíz de regalíz).
Ambos son ante todo divertidos, pero incluyen una crítica, quizás no demasiado feroz, hacia la parte más "rancia" de la ciudad, aquella que se caracteriza por su inmovilismo. Divierte sobre todo a costa de la vergüenza ajena que producen algunas situaciones que pudieran parecer impensables para quienes no estén acostumbrados a cómo se vive en estas tierras del sur, pero lo que claramente atrae de ambos títulos es precisamente su frescura a la hora de describir una ciudad, unas costumbres, una manera de entender la vida, y hacerlo sobre todo a través del género apropiado para la reflexión y la crítica: el policíaco. Y todo, regado como a los andaluces nos gusta, con mucho humor. Una lectura, en definitiva, amena y ligera para reírnos de lo que vivimos día a día. 

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