sábado, 8 de septiembre de 2012

"Ayer escribí mi nombre por primera vez"

"¿Sabía usted que el episodio más popular del catecismo católico, Adán y Eva mordiendo la manzana, en la Biblia no figura?
¿Sabía usted que cada dos semana muere una lengua?
¿Sabía usted que el griego Erastóstenes midió la cintura del mundo hace dos mil trescientos años y se equivocó en noventa kilómetros?"
Estas son algunas de las dudas y respuestas que ofrece el escritor y pensador uruguayo Eduardo Galeano en su último libro, 'Los hijos de los días', publicado por Siglo XXI. Ecléctico donde los haya, Galeano es capaz de traspasar todas las fronteras de los géneros literarios conocidos y hacerlo además sin remordimiento alguno por tan tamaña tarea. De hecho, en sus obras confluyen con armonía la narración y el ensayo, la poesía y la crónica, las voces de las almas y las voces de la calle, y a la misma vez ofrecen una síntesis de memoria y realidad.
En esta su última obra. Eduardo Galeano repasa el calendario de principio a fin, de forma que a cada uno de los días les corresponde una historia meditada y relacionada con la fecha en cuestión, pero perfectamente seleccionada para hacer reflexionar, para unificar la memoria colectiva con la necesidad de volver a escuchar nuestra alma interior. Su lectura es, ante todo, amena, pero sobre toda las cosas está pensada para incitar a la reflexión personal.
'Los hijos de los días' viene precedido por 'Espejos' , una historia casi universal (2008) que fue el libro de no ficción más vendido durante varias semana en España y en buena parte de América Latina. Ahora en su última publicación propone historias que son capaces de atravesar los mapas del tiempo y del espacio, como su escritura atraviesa las fronteras de los géneros.
Para abrir boca, un ejemplo. Reproducimos a continuación la historia que Galeano adjudica a la fecha del díapublicación de su reseña en este blog, el 8 de septiembre:

"Día de la alfabetización

Sergipe, nordeste de Brasil: Paulo Freire inicia una nueva jornada con un grupo de campesinos muy pobres, que se están alfabetizando.
- ¿Cómo estás, Joao?
Joao calla. Estruja su sombrero. Largo silencio, y por fin dice:
- No pude dormir. Toda la noche sin pegar ojo.
Más palabras no le salen de la boca, hasta que murmura:
- Ayer yo escribí mi nombre por primera vez".

No hay comentarios:

Publicar un comentario